Cinco días en Siberia

PRÓLOGO 
Caminando por las empedradas calles de Praga por última vez hasta quien sabrá cuando, me detengo a pensar en los dichosos días de presenciar tan bella arquitectura, cuando en un pasaje miro hacia mi derecha una modesta chocolatería y fue en ese mismo instante que me quedé con el mejor recuerdo de haberme encontrado a esta mujer. Me tomé el pequeño atrevimiento de robarle un poco de su tiempo presentándome, hablando de todo un poco se hizo de noche, quizás fue su simpleza, quizás su humildad o quizás la misma intriga que a ambos nos perseguía. Luego de un fallido intento por invitarla a salir esa misma noche sin pensar demasiado y con alma aventurera le prometo rencontrarnos allá bien lejos de dónde venía, Rusia. 

El SALTO 
Un mes más tarde luego de haber sobrevivido dos semanas al crudo invierno de Kyiv me percato que me quedaba tan solo una semana de libertad. 3 de la mañana seguía combatiendo mi insomnio sentado en el sillón frente a la recepción del hostal, algo me decía que no debía dormir, fue entonces que me llegó un mail “aquí tienes mi número de teléfono, espero volver a verte” (si bien me había dicho que no usaba redes sociales, no sé qué habré pensado cuando le pedí su email antes que su número teléfono). De inmediato le escribo ¿de qué parte de Rusia eres? – “soy de Novosibirsk” Antes de que la recepcionista se quedase dormida le pregunto ¿sabes dónde queda Novosibirsk” entre cierra sus ojos y con un gesto risueño señala justo a mis espaldas un enorme planisferio en la pared, con asombro y terror exclamo ¿Siberia? – Da (Sí). Sin pensarlo dos veces dibujo mi nuevo trayecto dejando atrás Cracovia y Kyiv para emprender vuelo con escala Minsk-Moscú-Novosibirsk. Con bastante incertidumbre me deshago de mis tontos miedos, afrontando y resolviendo algunos contratiempos.  

LA ESCALA 
Al llegar al aeropuerto de Minsk en el control me atiende una mujer hostil de grandes proporciones que en tono amenazante pregunta ¿Qué piensas hacer en Siberia?! Tímidamente le respondo “emm… aprender el idioma y hacer amigos” – ¡Bien venido!  
Luego de haber robado una sonrisa me dirijo a un escritorio situado en medio de un enorme salón completamente blanco donde atendían dos jóvenes recepcionistas. Al revisar mis papeles algo desdibujó la sonrisa de la chica que atendía y en un inglés difícil de entender me advierte ¡cuidado! Tu equipaje en Minsk, tú en Siberia” – ¡¿Cómo?! – ¡Que tu equipaje se queda en Minsk! – ¡Qué hago?! – ¡Corre! Yendo de pasillo en pasillo lo único que encontraba eran puertas y más puertas sin saber cuál era la correcta, me paralicé cuando una de las recepcionistas colocó su mano sobre mi hombro “Ven, probaremos otra cosa”. Luego de varias llamadas lo consiguieron “tu equipaje está en el avión” – respiré profundo – ¡Pero solo tienes 10 minutos! ¡corre! Lo que faltaba… ahora perdería el vuelo y el equipaje… Atravesando el pasillo y luego de presentar 4 veces el pasaporte llego corriendo a la sala de embarque. Con lo último que me quedaba de aire exclamé el número del vuelo, el silencio de la gente inundó la sala, la azafata anunció que el vuelo estaba retrasado 30 minutos… casi me desmayo, tomé asiento intentando recobrar energías, un grupo de kazajos a mi lado me preguntan de dónde era y a dónde iba “De Argentina a Siberia” – “eso sí que es lejos”. Solo quedaría afrontar las 7 horas en el aeropuerto de Moscú hasta tomar el siguiente vuelo y sobrevivir el frio siberiano. 

DIA 1 
Mi lengua ya no era más que burdos sonidos para estas gentes, me encontré solo nuevamente. Desde los cristales del aeropuerto no podía distinguir el gris del cielo del gris de la nieve del gris de la gente subiéndose a un trolebús camuflado, gris militar sin ventanas… ¿hay taxi? Pregunté a la única persona que hablaba inglés “claro que hay taxi” respondió con una sonrisa la cajera del banco. No me quedaba otra que confiar en Vladimir, un chofer vestido de gánster con cara de pocos amigos que se comunicaba por traductor. El escenario postapocalíptico de las afueras de la ciudad con esos carteles de neón gigantes escritos en cirílico, esos edificios tipo monobloc de hormigón en ruinas y las calles vacías me hicieron reflexionar “Aquí no hay personas pidiendo en la calle… porque están sepultadas bajo la nieve”. Luego de una hora de viaje llegué a mi destino ¿Vladimir sabes dónde está el hostal? – “Nie znayu” (no sé) sin más se marchó. A modo de panóptico un edificio de ladrillos se alzaba rodeado por grupos de edificios que hacían de murallas. Luego de darle la vuelta me percaté que no había entrada hasta observar detenidamente un cartel blanco que en letras cirílicas blancas decía “hostal”. Mirando el terreno nevado encuentro mi hospedaje bajo tierra y doble llave tras atravesar dos puertas. En aquel largo, angosto y blanco pasillo se asoma por la izquierda un hombre alto, flaco y cansado, percatándose de que era incapaz de comunicarme llama a su compañero, un joven de mi edad, al igual que el primero cansado e irritado. Con tono indiferente me indica en inglés lo relevante a la estadía remarcando con seriedad “alcohol no… si te encontramos bebiendo… directo a la calle… ¿entendido?”  
Siendo el único huésped, sin saber el idioma y con una bienvenida un tanto amarga cierro la puerta de mi cuarto al igual que mi estómago. Dedico mi tiempo a aprender ruso “si no hablo no como” me dije a mi mismo…  
Esa misma noche le escribí a ella “he llegado, estoy en Novosibirsk” a lo que respondió ¡Oh no! mi ciudad es Barnaul” a unos 400 km de donde estaba… con una breve pausa respondí “ahí voy” a lo que ella inmediatamente retrucó “no, yo voy” es entonces que un hombre de cara seria entra al cuarto, se me escapa una leve sonrisa saludándolo en ruso “Priviet, izvini ¿gabarish pa anglisky? (Hola, disculpa, ¿hablas inglés?) en tono seco y sin gesto alguno responde en inglés básico “No he venido a hablar, he venido a trabajar, por favor respetar mi descanso” asintiendo con la cabeza apagó la luz.  

DIA 2 
Al día siguiente el hostal se encontraba lleno, un grupo de jóvenes de rasgos orientales me miran y su profesor inesperadamente me saluda en inglés ¿qué tal de dónde eres? a lo que respondo “De Argentina” ¡¿De Argentina?! Disculpa mi exaltación muchacho…. Somos de la región de Tuvá, eres el primer extranjero que vemos en nuestras vidas ¿Qué te ha traído desde tan lejos?” con grata sorpresa el profesor me presenta a los jóvenes quienes con gran intriga me preguntan por mi tierra al igual que yo por la suya.  
Con poco alimento salgo de la guarida a abastecerme, para mí desilusión solo pude encontrar lo mínimo indispensable, pasta, arroz, atún, galletitas y té. De vuelta en el hostal se me presenta lo que encajaba perfectamente con el estereotipo del hombre ruso que tenía en mente entremezclado con mi imaginación de pies a cabeza describo: Descalzo, pies y manos grandes, de estatura superior a la estándar, corpulento con camisa desabrochada, de facciones eslavas, pómulos prominentes, cabello muy oscuro, ojo izquierdo ciego y una larga cicatriz desde la ceja hasta la mejilla izquierda. Por un momento me recordó a un buen ogro de montaña que había perdido su tapado de oso, en ese preciso instante este “ser fantástico” de voz ronca y dotado de un mínimo léxico anglosajón, extiende su brazo engullendo mi pequeña mano con la suya exclamando “Argentina, nice to meet you” (Argentina gusto en conocerte). Este gigante perezoso se refugiaba en una de las camas superiores de la habitación y solo salía por comida o necesidad. En la cocina me encuentro con el grupo de tuvanos “Serás nuestro invitado para la cena de esta noche” anunció el profesor, el grupo de alumnos inicio los preparativos desde la cocina hasta servir los platos en la mesa donde brindamos, ya no me sentía solo.  
Si bien no había ventanas donde ver el transcurso del día ya era tarde por la noche. Había perdido comunicación, algo preocupado por ella vuelvo a sentir un vacío, una extrañeza, un desgano. El profesor tuvano asombrado por mi espíritu aventurero recostado en su cama paralela a la mía en voz baja y tras cerrar los ojos seguido de un suspiro reflexiona “ay, ay, ay muchacho” ¿a qué has venido? “aquí la vida es muy dura para un joven como tú” me mira “así debo ir yo” de su bolsillo y con soltura desenfunda un cargador de pistola ¿ves? “esto es Siberia”. 

DIA 3 
3 de la mañana, el cambio horario me seguía perturbando, pero no tanto como mis ganas de volverla a ver. Es entonces cuando justo estaba por conciliar el sueño que de lo alto desciende precipitosamente impactando contra el suelo… con sus pesados y estremecedores pasos que pese a no poder verlo lo sentía muy cerca. En el medio de la habitación una luz tenue se encendió mostrándose en búsqueda de algo. Inesperadamente la luz se apagó y un silencio predominó… mi cama se hundió bruscamente, viendo a la plena oscuridad cuando frente mío apareció con la misma luz tenue esta vez develando su enorme rostro y su ojo emblanquecido atravesado por su cicatriz.  Colocando su dedo índice frente a su boca “Argentina, shhh”. Extendió su brazo por debajo de la cama, mientras apenas me daban los segundos para imaginar lo peor… encuentra su botella de vodka. Tras servirse un trago en una taza azul mediana mezclado con un poco de soda me preguntó ¿Argentina you want? (¿Argentina quieres?) a lo que respondí con pudor disfrazado de una leve e insegura risa “jeje , niet niet Spasiva” (no, no, gracias) ingirió su bebida de un tirón seguido de un multisonoro eructo… luego de darme dos palmadas en la espalda en voz baja señaló “Argentina Good boy”(Argentina, buen chico).  
Esa misma mañana apenas habiendo podido dormir me acerqué a la cocina donde conocí a una joven pareja, él hablaba algo de inglés y ella únicamente ruso, ambos de Barnaul, dada la casualidad pregunté si la conocían, aunque su respuesta fue no. Ambos irradiaban una hermosa y profunda conexión al cuidarse mutuamente que daba gusto observar. Él había sido mordido por el gato de su novia el día anterior de llegar al hostal. Ella con mucho cariño lo asistía, mientras él con dolor contenido la miró fijo a los ojos y con humildad exclamó “gracias” a lo cual ella simplemente respondió con una dulce sonrisa sin despegar la mirada de sus ojos. Él me contó que la había salvado de una traumática depresión luego de la muerte de su padre tras haberse alejado de sus amigos y tras haber querido cometer suicidio, lo cual corroboré al ver una profunda cicatriz en su muñeca derecha. Esa misma tarde me despedí de ambos, él fue de emergencia al hospital acompañado por ella debido a que la infección de su brazo seguía empeorando.   

DIA 4 
Me despierto con un mensaje de ella que no había leído, se encontraba en camino, demorada por una larga y complicada travesía acompañada de una amiga. Es en esa mañana que intento comunicarme con ella sin respuesta. Aún en mi cama, siento que alguien se encuentra detrás de la puerta, se trataba de uno de los chicos que trabajan en el hostal, se notaba que tenía intensiones de asustarme. Encendió la luz, entró a la habitación, parado a un metro de mi cama me saluda “dobroe utra” (buen día) entreabro los ojos y respondo “dobroe utra” súbitamente el joven desenfunda una pistola y me apunta, si no lo hubiese visto antes realmente me hubiese asustado “niet, niet…” (no, no…) el muchacho estalló en risas y se fue. Minutos más tarde me acerqué a la cocina para prepararme el desayuno, al ingresar me encuentro con el chico que me había recibido el primer día, el único capaz de hablar inglés y con quien finalmente tendría una conversación muy amena. El resto de los chicos de recepción parados en un rincón encabezados por el dueño del hostal, un moldavo de grandes dimensiones, todos estaban en ropa interior prestando atención a nuestra conversación. Sin poder entender una palabra de lo que decíamos, el dueño balbuceó y todos juntos alzaron la voz ¡BALALAIKA! … luego de paralizarme por un segundo le pregunté al muchacho ¿acaso no es un instrumento? Intentando contener su risa responde “tranquilo no tengas miedo, solo se están burlando por no entendernos”. Al mediodía decido salir a caminar para despejar mi mente. Yendo a paso tranquilo por la larga avenida colmada de negocios que se encontraba no muy lejos del hospedaje me topo con un bello parque nevado quizás normal para la gente local, pero de gran aprecio a los ojos de un extranjero. Siguiendo el camino logro ver algunas construcciones de mi interés las cuales visito. Las horas seguían pasando hasta que sentado en una de las escalinatas de una iglesia ella responde mi último mensaje “lo siento mucho creo que no podremos encontrarnos” … “ha ocurrido una tragedia en Kemerovo” “¿ves? esto es Siberia” con mucha confusión y angustia hago varios intentos fallidos por hablar con ella, solo para percatarme que mi egoísmo una vez más había tomado control. De tanto insistir terminé dándome por vencido, con una lagrima le escribo “disculpa, haz lo que sientas, espero que todo vaya bien” 
Ella me preguntó cuando volvería, yo sin poder entender siendo otra mi manera de ver las cosas, cuando se vive en el presente sin proyectar a futuro. Me dejó con una gran duda sin conseguir responder. Pasadas las horas a las 5 de la tarde me vuelve a escribir “he decidido ir” le creo, se hicieron las 7, luego las 9, con cada vez menos esperanza me recuesto en mi cama cuando llega otro mensaje “perdón llegaré a las 11”. Eran las 10, intenté dejar de lado la ansiedad recordando algunas meditaciones, empezando por el reconocimiento del cuerpo y luego pasando por la apertura de cada chacra. Aunque nunca lo había intentado, con cada apertura inconscientemente intentaba conectar con su astral sincronizando los correspondientes chacras. Con cada apertura la veía y sentía cada vez más próxima.  

DIA 5 
Eran las 12 de la noche, habiendo atravesado el último chacra, ya por entrar en la meditación profunda ella envía un último mensaje que abrió mis ojos “estoy afuera” con incredulidad le escribo “pasa, la puerta está abierta”. Me levanto de mi cama algo entumecido y cansado, fue entonces que la vi entrar con su gorro de lana y una caja de chocolates en mano que revivió en mí una infantil ternura que hacía ya tiempo no sentía. Difícil de describir mi sensación, anonadado y con desconcierto me acerco a ella, la abrazo y con timidez la beso en la mejilla, pregunto susurrándole al oído “¿por qué has venido?”, con serenidad responde “para encontrarte” con mucho desconcierto “no puedo creerlo” ella sin inmutarse con ojos cerrados y una leve sonrisa responde “estamos locos”.  
Yo debía estar en el aeropuerto a las 5 de la mañana del día 5, ella dice que quiere acompañarme, ante tan cálida recepción me sentía en falta, siempre fui de dar regalos más que recibir, pero esta vez no tenía nada más que ofrecer mi tiempo. Fue así que, pese al incomodo ambiente, el idioma, la cultura entre muchas otras diferencias, pudimos tener una charla profunda donde ella concluyó “tengo que confesarte algo… ese día en la chocolatería sentí que te conocía de antes, quizás de otra vida”.  
En el sofá del pasillo con su permiso me recosté sobre ella, yo simplemente pensaba que había sido todo, que ese era el final, ella muy cansada decide irse a dormir, en ese momento antes de entrar a su cuarto la miro y le digo con la intensión más sincera y profunda posible “sos hermosa” intenté besarla a lo que rechazó colocando su mejilla y una picara sonrisa. 
Yo sin haber podido dormir y ella con tan solo 2 horas de sueño me acompañó gentilmente al aeropuerto, permanecí abrazado a ella durante todo el trayecto, no quería irme. Tuvimos un significativo silencio, sentados en dos sillas donde la tomé de la mano sutilmente y le dije “el mundo se está olvidando de esto, la paciencia, el respeto, el entendimiento, la empatía, el tacto, lo real”. 
Momento justo antes de marcharme me despido de ella, intenté besarla y nuevamente se volteó hacia un costado, con una leve sonrisa vergonzosa pregunté ¿por qué no?, me devolvió una sonrisa respondiendo “soy fría”. 
Besé con mucha ternura ambas de sus mejillas cuando estaba por dar media vuelta para emprender camino de vuelta a casa me tomó con sus delicadas manos atinándome un gran beso sobre mi mejilla derecha “Qué tengas buen viaje, quizás la próxima vez”. 

Quizás haya sido mi ignorancia hacia su cultura, quizás mi cultura sea muy diferente de la suya, quizás simplemente no sentíamos lo mismo.
¿Aún me pregunto qué piensa?, ¿qué siente?, ¿qué quiere?, ¿qué desea? Prometí volverla a ver.

Le propuse viajar conmigo en la siguiente ocasión, pero está en su decisión si seguir con esta historia.   

– Relato de Matías Nahuel Cichero Gómez

– Basado en hechos reales (Viaje realizado en el año 2018)

– Argentino con nacionalidad española y residente en Barcelona

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Francisco
Francisco
3 months ago

Un relato atrapante, que locura irse a Siberia de esa forma!

Clemence de Bony
Clemence de Bony
3 months ago

Una historia muy conmovedora! Bien contada y con bien ritmo, el autor te trae consigo en el fondo de la Siberia, a vivir de nuevo la lucura de este viaje, en búsqueda del amor…

Mauro
Mauro
3 months ago

Me encantó cómo logras hacer que cada lugar y cada historia se sientan tan reales y cercanas. Es una lectura que atrapa de principio a fin, y se nota el cariño que le pusiste a cada página. ¡Qué orgullo leer algo tan genuino de un amigo!

Fran
Fran
3 months ago

Q hermoso!

Alona
Alona
3 months ago

“Argentina, jarasho!” 😀
Me encanta esa historia, no puedo esperar a leer todos tres libros sobre tus viajes

Tamara
Tamara
3 months ago

Me encantó cómo lograste transmitir los caracteres y el ambiente general del viaje. Me inspira a salir y seguir mis propios sentimientos. Soy de Rusia, y debo admitir que sonreí mientras leía – ¡tu historia realmente me conmovió! ¡Esperaré con ansias tus próximas historias!

Tomas
Tomas
3 months ago

Un libro para viajar, gracias por esto Matias!

nicolas
nicolas
2 months ago

Historia atrapante que te deja con ganas de saber mas!
Gracias por contarnos partes de tus vivencias mati!

Camila
Camila
2 months ago

Muy interesante! Gracias por compartir! 🙂

Mateo
Mateo
2 months ago

Me encantó! Buenisimo el relato. Me deja con ganas de más!

Anna
Anna
2 months ago

Después de esta lectura, creería poder darle un giro rotundo a una famosa frase… Acá, sin dudarlo, una palabra vale más que mil imágenes. La capacidad de trasmitir emociones, el vuelo de un par de oraciones que condensan una odisea subjetiva, la fuerza de un relato cercano y a la vez distante, todo eso es leer estas palabras. Quedé atrapada desde un comienzo y, sin darme mucha cuenta, fui entregándome a formar parte de esta travesía.

Lucho
Lucho
2 months ago

tremenda experiencia, muy bien narrada.

Milagros rua
Milagros rua
2 months ago

Me atrapo desde el moento 0, necesito leer el libro ya

Aurore
Aurore
2 months ago

It’s beautifully written! I was already travelling to Siberia and falling in love with her.
I am really looking forward to read the book and discovering all your journey!

Marta
Marta
1 month ago

Ciche! Hermoso relato!! Espero ansiosa el libro! Beso grande

Lucio Olivieri
Lucio Olivieri
1 month ago

Este prólogo, me fue relatado por el mismo escritor, al leerlo, recuerdo el momento que me fue relatado y cada palabra, de este prólogo, me resuena, hace ya unos años de esto, pero cada vez que leo este fragmento, recuerdo ese momento, ciche, sos una excelente persona y un excelente escritor, espero con ansias más de tus relatos

Last edited 1 month ago by Lucio Olivieri